Construyendo camino hacia la Asamblea Intermedia del CEAAL. Somos Movimiento de Educadores(as) Populares

CONSTRUYENDO CAMINO HACIA LA ASAMBLEA INTERMEDIA DEL CEAAL[1]

La Asamblea Intermedia del 2014 encierra para todos nosotros momentos de gran expectativa, y nos proponemos asumirla  como un proceso  y encuentro crítico  que impulse de manera efectiva la trasformación del CEAAL en un movimiento de educadores y educadoras populares, articulado a los movimientos sociales  de América Latina y el Caribe que se sitúan en una perspectiva emancipadora.

La Asamblea intermedia debería ser un hito histórico en la trayectoria del CEAAL, como cambio de nuestra identidad y como impulso a nuestra vigencia y sentido. Implica entre otras cosas, a) tomar posición frente a los desafíos del contexto; b) tomar decisiones estratégicas en lo político, programático, organizativo y financiero. c) renovación de los compromisos de la membresía, contando con nuevos tipos de membresía.

Nuestra identidad como movimiento de educadores y educadoras populares
Desde el año 2008, fecha que realizamos la 7ma Asamblea General en Cochabamba hemos venido planteándonos la profundización de nuestra relación efectiva con el movimiento social y los grupos organizados, así como la relación con los gobiernos “emergentes”. Compromisos que desde nuestra fundación se basa en los postulados de la Educación Popular.

Como señala Oscar Jara[2]:

lo popular”, lo debemos entender en los dos sentidos que propone el sociólogo Helio Gallardo (2006). Por un lado, se basa en la noción de “pueblo social” (sectores sociales que sufren asimetrías de cualquier tipo: opresión, discriminación, exclusión, explotación, etc.); y, por otro, en la noción de “pueblo político” (cualquier sector que lucha por eliminar dichas asimetrías). Así, una educación “popular” hace referencia a aquellos procesos político-pedagógicos que buscan superar las relaciones de dominación, opresión, discriminación, explotación, inequidad y exclusión. Visto positivamente, se refiere a todos los procesos educativos que buscan construir relaciones equitativas y justas, respetuosa de la diversidad y de la igualdad de derechos entre las personas. La educación popular es una corriente educativa que se caracteriza por ser, a la vez un fenómeno sociocultural y una concepción de educación y se basa en principios ético –políticos que apuestan a la construcción de relaciones humanas equitativas y justas en los distintos ámbitos de la vida. Se basa también en una pedagogía crítica y creadora.
Nuestra visión de “educación” está emparentada con la noción clásica de “formación”, quiere decir, contribuir a que las personas se apropien de lo íntimo de sí mismas. Estas disposiciones están habitualmente bloqueadas por las relaciones se mencionan en el texto. Es por ello que apropiarse de sí misma va de la mano con la modificación del entorno social. Educar-se es modificar las relaciones en las que uno/a vive.
Nuestro compromiso, con los cambios ocurridos en América latina se han complejizado, y por ello, nuestros debates se han ido enriqueciendo, alcanzado un nuevo nivel en la VIII Asamblea General realizada en Lima, Perú entre el 28 y el 31 de Mayo de 2012, en torno a los retos y desafíos de la Educación Popular frente a las dinámicas de construcción del poder en América Latina y el Caribe, inspirada en parte por las definiciones y expectativas de los mandatos políticos de la VII Asamblea General realizada en Cochabamba en el año 2008.   
Hoy en América Latina y el Caribe existen gobiernos llamados “progresistas o emergentes” en el que se combinan distintas dinámicas de movilización social y de relaciones entre lo social y lo político en la perspectiva de construcción de poder que operan en la región. Todas ellas plantean un nuevo tipo de relación entre el Estado y la sociedad civil.
Eduardo Cáceres comentando acerca de la situación de los gobiernos “pro-cambio” plantea que: Es fundamental no perder de vista que nuestra perspectiva parte de la sociedad para volver a ella. El estado es un momento intermedio, subsidiario. Los gobiernos “pro-cambio” han emergido de movimientos sociales plurales y deben aportar al fortalecimiento de estos, a su autonomía. Esto no es fácil, debido a dos factores: la debilidad de los movimientos, resultado de décadas previas de erosión, como efecto de las políticas neoliberales; las tendencias autoritarios-caudillistas que se extienden por todo el espectro político (derecha/izquierda).
Teniendo en cuenta esto, la evaluación de las políticas en curso debe preguntar, en primer lugar, por los niveles efectivos de modificación de las relaciones de poder que tales políticas promueven. Así mismo, por los niveles de autonomía que adquieren los movimientos y los/as diversos sujetos sociales como efecto de tales políticas (por ejemplo: las actuales movilizaciones en Brasil son resultado, quizá involuntario, de políticas de los gobiernos PT, etc.). Y por último, no hay que perder de vista que los cambios político-culturales tienen plazos que trascienden largamente los períodos de gobierno. Lo mismo vale para los cambios estructurales “históricos”.
¿Y qué nos dicen otros componentes del contexto Latinoamericano y Caribeño?  
Nuestra América Latina y Caribeña también se ve afectada, pero diferenciadamente, por la crisis financiera, alimenticia, energética, cultural y económica de alcance mundial, como consecuencia de un modelo neoliberal que se demuestra insostenible y que afecta a nuestra región y que se expresa en la vulneración a los derechos de las personas, al empleo digno, a la salud, a la educación pública de calidad y con pertinencia, principalmente.
Sin embargo en América Latina y Caribe hay matices, pero en general se puede decir que la región ha resistido mejor que en otras coyunturas la crisis global que está en curso desde el 2008. Pero que a la vez se han agudizado algunos problemas estructurales, como se manifiesta con la re-primarización de la economía. En la mayoría de países la pobreza –en algunas de sus manifestaciones- ha disminuido; más importante aún: ha disminuido la desigualdad en países como Venezuela, Argentina y Brasil. Esto ha llevado a la aparición de nuevos movimientos, con nuevas demandas: los estudiantes chilenos, los sectores urbanos brasileños, que se movilizan por servicios públicos de calidad.
En general hay una mayor sensibilidad frente a las agendas de derechos humanos y democracia, lo que lleva a mayor solidaridad frente a sectores sociales tradicionalmente “invisibilizados”: mujeres, pueblos indígenas, LGBTs, etc.
Por ello es necesario que el CEAAL tenga claridad en la comprensión e interpretación de los fenómenos que están ocurriendo en nuestro continente y precisa de una buena lectura del movimiento en los distintos países: no es lo mismo "indignado" contra el ajuste de un gobierno de derecha, que "indignado" por un gobierno de corte progresista en AL.
 En tal sentido, la importancia de las luchas de los movimientos sociales son vitales porque siguen siendo importantes actores sociales por sus propuestas de transformación.

Como se plantea[3] en el “Mapeo de experiencias de Educación Popular con movimientos sociales”, se reconoce que en América Latina hay una gran diversidad de movimientos sociales que pueden ser clasificados según distintos criterios: según el tipo de base social que aglutinan, según sus reivindicaciones o según la realidad nacional en que éste desarrollan las luchas. El “Mapeo” podría servir para identificar algunos asuntos prioritarios para la educación popular, a pesar de la diversidad temática de los movimientos. Uno de ellos es el de “análisis de poder”.

El CEAAL desde su misión ha asumido el compromiso de ser un movimiento de educadores populares que se articula a los movimientos y grupos organizados y este compromiso debemos profundizarlo.  
Por ello es necesario realizar una profunda mirada a los contextos, nuestras relaciones con y desde el movimiento social, repreguntarnos por el tipo de organización que somos y que queremos ser, de cara a estos tiempos y a las demandas de los actores sociales con los que nos hemos comprometido en favor de la justicia, la democracia, y un nuevo tipo de poder.

¿Qué significa abrazar una identidad como movimiento de educadores y educadoras populares?

En el año 2009 a propósito de la Planificación Estratégica 2009 al 2012[4] señalamos lo siguiente:

CEAAL: SOMOS UN MOVIMIENTO DE EDUCACIÓN POPULAR
Retados por los debates y prácticas desarrolladas en los últimos años en el CEAAL y la urgencia de un compromiso renovado en los procesos políticos, educativos, sociales, culturales, ambientales y de género en nuestra América Latina, y teniendo como marco los mandatos de la Asamblea de Cochabamba hemos definido nuestra identidad como movimiento de educación popular.

El sentido y la perspectiva de ser movimiento tiene que ver con la voluntad  de todas las instituciones afiliadas al CEAAL de contribuir colectivamente a procesos de transformación social, como una comunidad que actúa socialmente en diversos espacios y niveles, desde sentidos y paradigmas acordados y en constante recreación. Se liga a los movimientos sociales de diversa índole, buscando transformar la realidad junto a una diversidad de colectivos de educadores que asumen la Educación Popular como enfoque y práctica transformadora, que se revela en una praxis emancipadora.

Somos movimiento de educación popular porque desde lo ético, asumimos los retos que nos impone el mundo globalizado bajo el modelo neoliberal, luchamos por cambiar un mundo injusto, inhumano, depredador y excluyente, manteniendo viva la esperanza por el cambio y trabajando por profundizar la democracia participativa en nuestros países.

Reafirmamos que la EP en lo epistemológico busca la construcción de un nuevo conocimiento, entendiendo la EP como un acto liberador, en el que el conocimiento es construcción social permanente de los sujetos, ligados a dinámicas reales socio económicas, políticas, culturales, ambientales, de género, que requieren de nuevos diálogos con corrientes de pensamiento que nos interpelan y enriquecen nuestras visiones.

Desde la pedagogía entendemos que es un proceso socioeducativo en el que nadie educa a nadie, que se basa en una pedagogía crítica, democrática, una pedagogía del diálogo que tiene como punto de partida la experiencia y vivencia de los actores sociales, para volver a la vida transformándola.
  
Somos un movimiento que se articula a los actores sociales constituyéndonos todos en actores de cambio político en que lo educativo constituye un aporte fundamental. Nuestra acción transformadora se nutre de la diversidad cultural que recoge de todas las culturas su propia cosmovisión, promueve lazos de hermandad y diálogo intercultural en aras de la convivencia humana, de la justicia social y el desarrollo de las personas y comunidades en igualdad de oportunidades y con sentido no consumista de la vida, que aspira a que hombres y mujeres, vivamos como seres productivos, creativos, solidarios, con pensamiento crítico, y podamos construir una gran colectividad humana universal  en bienestar, en paz, con alegría, humor y  amor.

Somos un movimiento de educación popular porque nos articulamos a los movimientos sociales y organizaciones sociales de los diferentes contextos latinoamericanos y caribeños, porque allí se nutre nuestro pensamiento y nuestra práctica educativa, al lado de quienes luchan por su liberación contra la explotación capitalista, contra el modelo neoliberal que agudiza la pobreza y la exclusión económica y social, al lado de los movimientos medioambientalistas, de las luchas de los pueblos y culturas originarias, de los movimientos de mujeres que demandan derechos específicos y equidad de género, al lado de los movimientos de los productores del campo que reclaman tierra y acceso a mercados,  al lado de los pueblos que luchan contra la imposición de los tratados de libre comercio, y los que luchan contra el pago de la deuda externa por injusta, al lado de los movimientos de derechos de los inmigrantes que son la fuerza laboral explotada que ocupa los puestos de mas bajo nivel salarial y de condiciones de trabajo en EEUU y Europa.
    
En la fundamentación presentada planteamos de manera integral  los siguientes rasgos de identidad articulados entre sí, el político social que implica una opción política y ética por los pobres, la vinculación con los movimientos sociales y la lectura crítica de la realidad, así como, los aspectos que tienen que ver con lo educativo y pedagógico, ligado a la formación de los actores sociales y sus procesos de empoderamiento, la importancia de la participación, del diálogo entro otros aspectos importantes.

Cabe entonces hacernos las siguientes preguntas si de verdad queremos profundizar nuestra identidad como movimiento de educadores y educadoras populares.

¿Qué prácticas personales y colectivas estamos desarrollando en clave de educación popular?

¿Qué prácticas e iniciativas de EP están en curso en la región? ¿Cuáles son las más relevantes, innovadoras, etc.? ¿Están articuladas en CEAAL? Y si no: ¿qué podemos hacer desde CEAAL para trabajar en red de tal manera que nuestros espacios e instancias acojan y promuevan lo mejor de la EP en el continente? ¿A qué procesos políticos que viven nuestros países debemos apostar?, ¿a la lucha por la democratización, a los procesos de enfrentamiento de la economía capitalista? ¿De qué manera se expresa este compromiso? ¿Qué obstáculos encontramos? ¿Qué implicancias generales tendría para el CEAAL?

Plantearnos nuevas preguntas a propósito de lo que nos plantea Diego Herrera[5]: “Estamos hablando de una explosión de la ciudadanía y sus organizaciones sociales, civiles, organizaciones populares por todo el continente, que impusieron una nueva realidad que llevó a aperturas en el Estado en las últimas décadas; dicha dinámica llevó a que en  éstos años, en muchos países de la región, se rompiera la hegemonía del partido del Estado, del partido único de gobierno. Hubo de esta manera, múltiples expresiones políticas que se constituyeron al calor de la lucha social y se disputaron, en las reglas de juego de la democracia, la dirección del Estado, aprovechando los procesos de apertura democrática que posibilitó la emergencia y presencia de diversos partidos y convergencias políticas que incluían múltiples agendas y demandas sociales en los espacios de gobierno”.

Nos debemos preguntar por el rol que  estamos jugando en este campo para definir nuestras posturas para este período.

Por ello nos planteamos esta ruta hacia la Asamblea Intermedia, que implique análisis crítico colectivo, diálogo, desaprendizajes y re-aprendizajes, mirada crítica a nuestro quehacer, recoger lo más valioso en el camino emprendido, definir cómo movernos de los referentes conocidos que nos han instalado y nos resultan cómodos. Dejar de ser sólo Consejo, Foro o plataforma y caminar hacia constituirnos como parte de un gran movimiento de educadores y educadoras populares en el que estemos siendo-haciéndonos-reiventándonos.




[1] Elaborado por Oscar Jara, Nélida Céspedes y enriquecido por el CEJ 05 de junio  2013.
[2] Jara Oscar. Educacion popular y cambio social en América Latina http://cdj.oxfordjournals.org/content/suppl/2010/06/28/bsq022.DC1/bsq022_supp.pdf
[3] Mapeo de experiencias de educación popular con movimientos sociales. Elaborado por Elena Freedman, Erick Barrera Tomasino, Israel Payés. Trabajo encargado por el grupo de movimientos sociales del CEAAL.
[5] Herrera Diego. Construcción de poder en un nuevo marco de relación entre lo social y lo político. Red de Poder Local.

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